14 ene 2011

Opresión capitalista

Dicen que la muerte sabe a limón y es fría como el hielo. Da igual, la vida ya es bastante ácida y gélida para los que vivimos oprimidos. Le contaré mi historia.
Nací dentro de una familia numerosa en un lugar lejano, entonces mi pueblo ya estaba dominado por el hombre blanco. Me pusieron el mismo traje transparente que al resto de mis hermanas y todas fuimos etiquetadas para separarnos de aquellas que no eran como nosotras.
Luego llegaron las torturas, nos metieron en habitaciones estrechas y agobiantes en grupos de 24, después, nos trasladaron en camiones a lugares desconocidos en los que siguió nuestra tragedia. Nos llevaron a un mercado y agrupadas de seis en seis fuimos expuestas para ser vendidas como si fuesemos mercancía.
Finalmente llegó usted, usted es nuestro verdugo, usted es un torturador, un negrero, un asesino. Pero no le culpo, fue educado así. Usted no es diferente de los demás. Pues bien, usted nos metió en aquella cámara frigorífica donde perdí el sentido del tiempo y donde, aterida, vi como poco a poco fue sacando para asesinar a mis pobres 5 hermanas, aquellas que compatieron mi suerte estos últimos días.
Y me quedé sola, sabía que mi destino estaba escrito y pensé que debía hacer algo. Entonces, usted abrió la puerta de aquella habitación a la que llama nevera y que sólo se diferencia del infierno en la temperatura y supe que ya no había escapatoria.
Pero no se lo pondré fácil, no le daré el gusto de dejarme matar lentamente, primero el abridor, luego el limón, luego el hielo... Mi muerte no será ni ácida, ni gélida

Y la Coca-Cola, suicidada al abrir la nevera, dejó correr su dulce sangre por el suelo...
Basada en una historia real: Fecha de envasado: 11-06 Fecha de defunción: 20-10-2007
Nota: Qué putada que se te caiga una botella de Coca-cola cuando abres la nevera...

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