25 abr 2011

Juicio a un cuchillito


Juicio al cuchillito

DECLARACIÓN DE LA SERVILLETA

-Señor Juez, aquel día el cajón de los cubiertos del restaurante quedó medio abierto y las voces de estos "instrumentos metálicos" no nos dejaban dormir. Tenían una conversación sobre sus sueños. Las cucharas soperas anunciaron que su mayor anhelo era participar en una comida familiar alrededor de un cocido cocinado a fuego lento. Los tenedores apostaron por un chuletón poco hecho y el cuchillo jamonero dijo que él sólo esperaba el día en que su filo sirviera para cortar uno de esos jamones traídos de Salamanca.
Las cucharillas, enamoradas de la rubia de la oficina del inmueble vecino, manifestaron que no había nada mejor que sus labios mezclados con helado de chocolate.
Después hubo alguna risa y se hizo el silencio.
Cuando parecía que la conversación había muerto, tomó la palabra uno de esos cuchillitos de pan que suelen permanecer en el fondo del cajón. Con voz excesivamente grave para su pequeño tamaño dijo: "El pan está bien, pero donde se ponga una arteria de esas que parecen transportar muchos mililitros de sangre por minuto..."
-Señor juez, le juro que nadie creyó que lo dijera en serio.


RELATO DE LOS HECHOS (de la instrucción policial)

Día 20, grados 20. Empate. Las 3 y cuarto. Magnitudes no comparables. Lo analógico ya no interesa. Horas 15, minutos 15. Empate. Al menos si el marcador es un reloj digital.
Marzo. De todos los equinoccios que hay el 50% son en primavera. Eso hasta hoy y hasta el momento no hay ningún indicio de cambio de tendencia.
El sujeto termina de comer y ensimismado se plantea si pedir la cuenta o coger el cuchillo del pan y buscar una arteria de esas con pinta de transportar muchos mililitros de sangre por minuto.
El mantel está tan limpio que decide no mancharlo y pedir la cuenta. 10,10. Euros 10, centimos 10. Empate. Deja 2 euros y 2 centimos de propina para no romper la igualdad. La propina es generosa pero a cambio se lleva el cuchillito y también el paquetito de 50gr de mantequilla ARIAS en un bolsillo del vaquero.Obviamente, la mantequilla, siempre tan pringosa, airvió de coartada.

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